La pluma en vuelo

A partir de un ejercicio propuesto por Javier Molinero

1: Elige una película y escribe sobre ella y sobre la primera vez que la viste.

 

Sexo, pudor y lágrimas (1999)

Es posible que esto sea una trampa, no para hacer caer a alguien, es que acabo de volver a ver esta película hace un par de días. Estoy mirando una telenovela con mi esposo y él tuvo que salir por un par de horas. Para distraerme en su ausencia busqué algo en Blim, una plataforma en la que hay mucho cine mexicano, y encontré Sexo, pudor y lágrimas.

No sé hace cuánto tiempo la vi por primera vez. Estoy segura de que fue en casa de mis padres, de noche, sola. Solía hacer eso, ver películas cuando todos dormían, por el horario podrán conjeturar la clasificación. Así nació mi amor por el cine. De ésta en especial recuerdo el personaje de Cecilia Suárez: Andrea. Era triste, me pareció tan trágica cuando habla de su vagina estrecha y del dolor, que adopté esa personalidad y muchas veces actué como ella ante algunos hombres. Recuerdo y casi puedo verme diciendo que nunca he disfrutado del sexo, porque me duele demasiado debido a que soy estrecha y vuelvo a ver sus rostros llenos de compasión o decididos a ayudarme con el asunto.

También recordaba la escena de un armario lleno de muñecas, guardaba ese momento como algo mucho más emotivo, tal vez porque cuando la vi por primera vez la muñecas aún representaban algo entrañable, ahora que regresé a esta cinta, esa escena es algo plana.

Volví a ver la película entonces, pero ahora la noto saturada de clichés. Supongo que en el fondo y sin que yo fuera consciente me ayudó a configurar algunas ideas sobre de fidelidad, el amor, el sexo y el pudor. Siempre que pienso en esta palabra (pudor) pienso en una película cachonda. La palabra cachonda no me gusta. Ahora me quedo pensando en la insatisfacción eterna, tema del que habla Carlitos, el tímido escritor. Lamento la muerte de Tomás, tan rubio, tan Bichir.

Lo curioso es que volví a ver esta película a solas, de noche. Luego investigué en qué calles se grabó, puesto que ahora vivo en la misma ciudad, pero en el extremo opuesto. Mi marido regresó de su partido y volvimos a la novela. Con él nunca jugué a la mujer de vagina estrecha y tampoco le platiqué qué hice en su ausencia.